Una empresa en Marsella, al sur de Francia, busca transformar la orina humana en fertilizante agrícola para su uso a gran escala.
Dos ingenieros de la startup Ehotil llevan tres años trabajando en la estabilización de la orina humana, con la finalidad de que pueda ser utilizada como alimento para todo tipo de plantas, eliminando los malos olores y cumpliendo con la normatividad del mercado de fertilizantes.
Ehotil acaba de abandonar el pequeño laboratorio donde realizaba sus estudios para mudarse a una gran nave industrial al norte de Marsella, en donde buscará echar a andas su primera unidad de producción.
El proceso, a grandes rasgos, involucra el siguiente proceso. Una vez captada y almacenada, la orina reposa durante varias semanas, lo que la higieniza de forma natural. Posteriormente, este deshecho humano entra en la etapa de nitrificación, que consiste en la oxidación del líquido dentro de un tanque de vidrio, donde poco a poco se oxida para estabilizar las moléculas de nitrógeno, el elemento que más necesitan las plantas para su desarrollo.
Una vez que el líquido resultante se filtra y se concentra, adquiere un tono marrón y ligeramente espeso, muy parecido en su consistencia a un fertilizante convencional.
«El olor de la orina es nitrógeno que se evapora. Ahora bien, el nitrógeno es una de las moléculas de interés, por lo que queremos conservarlo», explica Stéphane de Lacroix de Lavalette, presidente de Ehotil.
Uno de los retos que enfrenta el aprovechamiento agrícola de la orina humana a gran escala es la recolección de la misma, ya que actualmente solo se hace a través de los mingitorios secos, los cuales no son utilizados de forma generalizada en las grandes ciudades. Por ahora, la materia prima que utiliza esta empresa francesa para la elaboración de su fertilizante se capta durante un festival de música local en Marsella.
Un proyecto como este busca eliminar la contaminación ambiental en la producción convencional de fertilizantes, en donde se utiliza nitrógeno fabricado a partir de gas natural fósil, con las emisiones de gases invernadero que esto conlleva, además de la extracción minera de otros elementos como el fósforo o el potasio.
Recuperar la orina para convertirla en fertilizante también permite disminuir la contaminación implícita en el tratamiento de aguas residuales.
