Científicos de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) liberaron 18 ajolotes en la Ciudad de México. Los investigadores, liderados por Alejandra Ramos, soltaron varios ejemplares en los canales de Xochimilco. También, introdujeron varios ejemplares a La Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel para su observación.
Los investigadores criaron a los ajolotes en un ambiente controlado dentro del Laboratorio de Restauración Ecológica de la UNAM. Mediante una operación, colocaron transmisores especiales en los anfibios para monitorear su ubicación y su salúd. Una vez preparados, liberaron a los ajolotes en dos zonas distíntas, ambas al sur de la Ciudad de México.
La primera liberación ocurrió en la laguna “semi-artificial” de La Cantera Oriente, ubicada en el campus de la UNAM. La segunda, en un sector de Xochimilco, el cuál está siendo restaurado por la iniciativa “Chinampa Refugio”. Para llegar a este segundo punto, los participantes necesitaban viajar en bote, por lo que en ocasiones se quedaban a acampar para hacer sus observaciones.
“Queríamos saber, primero, si sobrevivían. Y, segundo, cómo se movían”, comentó Alejandra Ramos.
El equipo de científicos monitoreó a los ajolotes liberados durante cuarenta días, con la ayuda de treinta voluntarios. Empleaban una antena que recibía información de los transmisores implantados en los animales para localizarlos. Los involucrados iban dos veces al día, en la mañana y en la tarde, para registrar la ubicación de los anfibios y, de ser posible, revisar su estado de salud.
Los resultados del experimento muestran que los ajolotes se desenvolvieron de forma “natural” en las zonas que ocuparon. Dentro de La Cantera Oriente, los ajolotes registraron un rango de movimiento mayor a los liberados en Xochimilco. El equipo capturó y pesó a tres ejemplares; todos ellos presentaron un aumento de peso, lo que indica que fueron capaces de alimentarse por sí mismos.
El equipo enfatiza que humedales artificiales cómo La Cantera Oriente podrían servir de hábitat complementario para el ajolote. También, resalta la necesidad de entrenar a estos animales para responder ante la presencia de depredadores antes de ser liberados.
En el área de Xochimilco se registraron dos incidentes de garzas cazando ajolotes. Uno de estos ocurrió al terminar los 40 días del estudio, cuando los científicos observaron a una de estas aves devorar a un ajolote. Más tarde, chinamperos locales reportaron el segundo caso.