Corea del Sur ha logrado convertirse en un modelo global en reciclaje de residuos alimentarios, alcanzando una tasa de reciclaje del 97 por ciento. Esto ha sido posible gracias a un sistema innovador que requiere que los ciudadanos paguen por cada desperdicio de comida y a la implementación de tecnologías avanzadas, como máquinas con RFID para la identificación y pesaje de los residuos.
Desde 1996, Corea del Sur ha experimentado una transformación radical, pasando de reciclar solo un 3% de sus residuos alimentarios a ser un referente en sostenibilidad. Yuna Ku, periodista de la BBC en Seúl, es un ejemplo de cómo la población ha adoptado este sistema, pagando por reciclar sus restos de comida mediante máquinas ubicadas en su complejo residencial.
Cada año, Corea del Sur procesa alrededor de 4,56 millones de toneladas de residuos alimentarios, de los cuales más de 4,44 millones son reciclados para otros usos, como alimentos para animales, abono o biogás. Este sistema ha sido clave para reducir el impacto ambiental de los residuos alimentarios y maximizar su aprovechamiento.
El sistema de reciclaje no surgió de inmediato. En 1996, solo el 2,6% de los residuos alimentarios se reciclaban. Sin embargo, a lo largo de los años, el país adoptó políticas más estrictas, como la prohibición de tirar restos de comida en vertederos en 2005, y en 2013, introdujo el sistema de pago por el peso de los residuos alimentarios.
Para cumplir con el sistema, los residentes tienen varias opciones, dependiendo de la región o el tipo de residencia. Pueden comprar bolsas autorizadas, adquirir calcomanías para negocios de comida o utilizar máquinas RFID que pesan los residuos antes de calcular el costo. Yuna, por ejemplo, utiliza las máquinas automáticas en su edificio, lo que la hace más consciente de la cantidad de desperdicio de comida que genera.
El sistema de reciclaje está respaldado por multas considerables para quienes no cumplan con las normativas. Las infracciones son monitoreadas mediante cámaras de seguridad o el seguimiento de la cantidad de residuos no procesados correctamente. Las sanciones económicas pueden superar los US$70 en hogares y los US$7.000 en empresas.
Los residuos reciclados se destinan a varios usos, como la producción de raciones para animales, abono y biogás. Aunque el sistema enfrenta algunos desafíos, como el riesgo para la salud animal debido al uso incorrecto de los restos de comida, las autoridades surcoreanas han implementado regulaciones estrictas para garantizar la seguridad.
Una de las claves del éxito del sistema surcoreano es su enfoque integral, que combina incentivos financieros, regulaciones estrictas y campañas educativas sobre la importancia de separar los residuos y el impacto ambiental del desperdicio de comida.
Este modelo de reciclaje puede no ser aplicable en todos los países, especialmente aquellos con menos ingresos o altos niveles de inseguridad alimentaria. En estos casos, expertos como Rosa Rolle, de la FAO, sugieren que la prioridad debe ser reducir las pérdidas de alimentos y fomentar su donación.
El sistema surcoreano ofrece valiosas lecciones sobre cómo gestionar los residuos alimentarios de manera eficiente y sostenible. Sin embargo, cada país debe adaptar las políticas a su propio contexto, tomando en cuenta factores como el nivel de ingresos y las condiciones sociales.
El reciclaje de residuos alimentarios en Corea del Sur no solo ha sido exitoso en términos ambientales, sino que también ha generado conciencia pública sobre la importancia de reducir el desperdicio de comida y aprovechar mejor los recursos disponibles.
La implementación del sistema ha sido posible gracias a un fuerte apoyo gubernamental y a la aceptación de la población, que ha demostrado un alto nivel de compromiso con las políticas de reciclaje y sostenibilidad.
Corea del Sur ha logrado no solo reducir la cantidad de residuos alimentarios que van a los vertederos, sino también transformar esos residuos en recursos útiles, como abono y biogás, contribuyendo así a una economía más circular.
El éxito del país demuestra que, con las políticas adecuadas, la tecnología adecuada y el compromiso ciudadano, es posible transformar un problema de residuos en una oportunidad para la sostenibilidad ambiental y económica.