Según una investigación basada en 50 estudios sobre la ingestión de microplásticos por el ser humano alrededor del mundo, la Universidad de Newcastle concluyó que las personas, en promedio, ingieren cinco gramos de plástico cada semana, cantidad equivalente a una tarjeta de crédito.
Se trata de 21 gramos de microplásticos por semana introducidos al cuerpo humano, y 250 gramos al año, aproximadamente.
El estudio se ha convertido en una referencia desde su publicación, en 2019. Lo que la ciencia ahora estudio son los efectos de esta realidad en la salud humana, debido a que estos materiales están presentes en el agua que tomamos, el aire que respiramos y la comida que consumimos a diario.
La Organización de Salud Ambiental (OSDoP) ha encontrado que la interacción de los microplásticos con nuestro organismos puede causar inflamación de los tejidos, debido a la interacción de estas partículas con las células del sistema inmune.
Otro hallazgo concluye que al incorporar microplásticos a nuestro cuerpo estamos introduciendo, en pequeñas dosis que se acumulan con el tiempo, sustancias tóxicas como metales pesados y pesticidas.
En cuanto al daño a nuestras células, estudios citados por CSA Consultores indican que la acumulación de microplástcos en nuestros tejidos y órganos produce un estrés oxidativo, lo que significa un desbalance entre los radicales libres que pueden producir cáncer y los antioxidantes que ayudan a prevenirlo y que desaceleran el envejecimiento de las células.
A falta de estudios sostenidos a largo plazo, científicos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierten que las afecciones sanitarias que la ingestión de microplásticos nos genera en el corto plazo pudieran, a la larga, provocar alteraciones hormonales, deterioro de la microbioma intestinal —o la vida microbiana que ayuda a nuestra digestión— así como enfermedades cardiacas y cáncer.
¿En qué alimentos están más presentes los microplásticos?
Según un estudio de la publicación científica ScienceDirect, los pesados y mariscos, sobretodo los peces y moluscos, consumen cada vez más microplásticos presentes en su hábitat. Debido también a la contaminación de los mares, las sales de mesa contienen cada vez más microplásticos. En menor grado, la presencia de estos materiales se encontró en frutas y verduras crecidas en contacto con fertilizantes y agua de riego contaminados, así como alimentos procesados y empaquetados en contacto con envases de plástico.
Consejos para ingerir menos microplásticos
- Preferir los envases de metal o vidrio por sobre los de plástico.
- Añadir un proceso de filtrado adicional al agua potable que bebemos.
- Optar por los alimentos frescos por sobre los procesados y empaquetados.
- Involucrarse en iniciativas de reducción del uso de plástico —sobretodo los de un solo uso— en los ambientes donde vivimos.