Del 1 de julio de 2023 al 30 de abril de 2024, Uruguay funcionó exclusivamente con el impulso de electricidad generadas por fuentes limpias o renovables.
Según información recabada por la organización Ember, el mix de tecnologías que utilizó Uruguay para conseguir este hito en la generación de energías no generadas por la quema de carbono, fue el siguiente:
- 42,9% basado en tecnología de hidroeléctricas.
- 40,6% a partir de molinos de viento.
- 12,9% a base del uso de la descomposición de residuos orgánicos, también conocido como bioenergía.
- 3,5% de generación eléctrica a partir de celdas fotovoltaicas.
En una apuesta tecnológica iniciada en 2015 por Ramón Méndez Galain, físico exdirector de la secretaría de Energía de Uruguay, el país sudamericano empezó a apostar por energías renovables ante la demanda eléctrica que exigía su crecimiento económico. Su infraestructura hidroeléctrica ya se había explotado al máximo y se descartaba la energía nuclear debido a la dependencia de importaciones de uranio.
Algunas acciones que detonaron esta revolución energética fueron las subastas de energía limpia, con contratos de 20 años a desarrolladores de la iniciativa privada, asegurándoles tarifas estables a largo plazo y el aprovechamiento de los recursos de ese país, explotando el desarrollo de fuentes eólicas, solares y bioenergéticas, al tiempo de eficientar la tecnología hidroeléctrica instalada.
En cinco años se consiguió la inversión de 6 mil millones de dólares en infraestructura energética, lo que equivale al 12 por ciento del PIB de Uruguay.
Algunos beneficios que aporta al país este viraje en su generación eléctrica son la reducción a casi la mitad en los costes de producción eléctrica, la creación de más de 50 mil puestos de trabajo —3% de su fuerza laboral—, convertirse en un exportador de electricidad, y la independencia energética, volviéndose inmune a las fluctuaciones de precios del petróleo o a las generadas por conflictos geopolíticos como las guerras en Europa y Medio Oriente.
En el informe «Sistemas e Infraestructuras de Energía Renovable«, publicado por REN21, organización internacional especializada en analizar las infraestructuras de energías limpias en todo el mundo, Dinamarca cuenta con 159% de generación renovable, Portugal (117%), Alemania (102%), Lituania y Grecia (ambos con 95%) y Uruguay, con 90%, aunque este último ha conseguido operar sin carbono durante un periodo de 10 meses.