“Son los diamantes de las aves”, explica Ángel Díaz, creador de la Fundación Picnic Colibrí, espacio de una hectárea y media, en el estado de Puebla, destinada a la protección de estos coloridos pájaros.
Ángel Díaz nació en el municipio de Santa Rita Tlahuapan, Puebla, y desde chico tuvo una fascinación por los colibríes. Describe que el plumaje colorido y rápido movimiento de estas aves lo inspiraron a protegerlos. Cuando regresó de Estados Unidos, dónde estuvo trabajando como migrante, descubrió que un gran número de especies de colibríes se aglomeraban en varios terrenos de San Francísco de la Unión.
El activista narró para Remedia cómo se encontraba en el monte, trabajando, cuándo encontró el lugar dónde las aves se reunían, y utilizando el dinero que había ganado en el extranjero, compró los terrenos para así darle un hogar protegido a estos animales.
“Empecé sólo con mi esposa y mi hijo” contó Ángel Díaz “cuando empecé no dormía, investigué todas las noches”
Para alimentar a los colibríes, Díaz plantó begonias, mirtos, jarritos (o festemon) y fosforito. También, cuida de las plantas silvestres como el mirto que crecen en el lugar. “Estamos poniendo plantas todo el año”, informó. Para auxiliar, colocó 30 bebederos, esparcidos por el refugio, asegurando la comida del colibrí durante todo el año.
El colibrí es una especie importante para el ecosistema, ya que es el polinizador de más de 10 mil especies. Además, al alimentarse del néctar y no del polen, son más efectivos en este proceso que las abejas. “Ellos alcanzan flores que las abejas no” comentó el activista.
Actualmente, una de las mayores amenazas para el colibrí es la caza furtiva. Debido a la superstición alrededor de esta especie, existen lugares dónde se venden ejemplares atribuidos como amuletos de buena suerte o para la práctica de rituales.
El santuario es, además, hábitat de otras especies de aves como pájaros carpinteros, zopilotes, codornices, gavilanes e, incluso, un águila. “Los gavilanes los intentan cazar, pero el colibrí es más rápido”, nos comparte Ángel. “Sólo en las mañanas son vulnerables. Les toma alrededor de 30 minutos para despertarse por completo”.
Para garantizar el respeto a las especies que conforman este espacio, los grupos visitantes no podrán ser de más de 20 personas. El santuario también cuenta con actividades turísticas, espacios para acampar y se proyecta un hotel de 12 habitaciones.