Desde hace 30 años que se celebran cumbres mundiales para lidiar con el problema del cambio climático, nunca se había generado una postura tan contundente para alejarse de forma definitiva de la quema de combustibles fósiles, causantes del calentamiento global.
Esto sucedió contra todo pronóstico, debido a que la cumbre, celebrada en Emiratos Árabes Unidos, contaba con la negativa de algunos países petroleros de medio oriente de dejar atrás la economía energética basada en los hidrocarburos.
El sultán Ahmed Al Yaber, presidente la conferencia celebrada en Dubái, consiguió el aval de la Unión Europea y de 130 países que, tras una jornada maratónica de discusión en la madrugada del pasado miércoles, decidieron comrpometerse a ir más allá e incluir en el acuerdo la palabra «eliminación».
«Habéis dado el paso al frente, habéis mostrado flexibilidad, habéis puesto el interés común por delante del interés propio. Es un plan equilibrado que hace frente a las emisiones y está concebido sobre un terreno común. Está reforzado además con una total inclusividad”, aseguró Al Yaber ante los delegados de 198 países.
No todo fue optimismo durante la cumbre, y varias delegaciones y ONGs criticaron la falta de compromisos concretos y un calendario a seguir para eliminar la explotación de combustibles fósiles en el corto y mediano plazo.
El acuerdo recogido en la conferencia de cambio climático de Naciones Unidas COP28 expresa la»la necesidad de una reducción profunda, rápida y sostenida de las emisiones en línea con el objetivo de 1,5 grados”. Ante ello, se estableció la meta de triplicar la capacidad de las renovables en 2030.
En el texto aprobado se reconoce la necesidad de adaptar esta revolución energética «a las necesidades diferentes de cada país y acelerar la reducción de emisiones derivadas del transporte por carretera». En el acuerdo se hace un llamado a dejar atrás la producción de carbón sin sistemas de captura de dióxido de carbono.