Cambio climático altera la calidad de los vinos

El calentamiento global afecta la calidad de los vinos al provocar que los frutos de la vid almacenen más azúcar que antes

Varios viñedos en España recurren a uvas nativas para contrarrestar los efectos del cambio climático en sus vinos. Según una investigación del Instituto de Investigaciones Vitivinícolas y Agroalimentarias (IVAGRO) de la Universidad de Cádiz, mezclar variedades de parra autóctonas con vides comerciales podría asegurar la calidad de sus productos. Estas parras nativas están adaptadas para sobrevivir en el seco y cálido clima de la región.

El calentamiento global está afectando las plantas de los viñedos y, en consecuencia, la calidad de los vinos. Al subir la temperatura, las vides aceleran su crecimiento y producen frutos con una mayor concentración de azúcares. Varios productores vinícolas de Jerez, España, reportan que las bebidas producidas con estas cosechas contienen una mayor cantidad de alcohol y una menor acidez, lo que altera su sabor y calidad.

Un antecedente de este fenómeno es que en julio de 2024 ocurrió la vendimia más temprana en la región conocida como Marco de Jerez, ubicada en Cádiz, España. Usualmente la cosecha ocurre entre finales de agosto y principios de septiembre, más los productores de la región se vieron obligados a cosechar un mes antes. El área, localizada en la región de Andalucía, es conocida por sus vinos cómo el Amontillado, el Oloroso y el Manzanilla. 

Investigadores del IVAGRO han propuesto a los viñedos recurrir a parras nativas de Andalucía para aminorar el impacto del cambio climático en su producción. Uvas cómo la Palomino Fino o la Mantúo de Pilas están adaptadas al fuerte sol y la poca agua del extremo sur de España. De acuerdo a botánicos de la Universidad de Cádiz, emplear estas vides permitiría, además, elaborar otras variaciones de vinos.

Técnicas tradicionales para la resiliencia climática

Además de integrar uvas autóctonas a sus cosechas, algunos viñedos en Andalucía recurren a técnicas vitivinícolas que se emplearon hasta finales del siglo XX. Entre ellas, está el permitir que las uvas se sequen parcialmente bajo el sol de forma natural antes de procesarlas. Otra táctica es fermentar el mosto (jugo de uva recién prensado) junto con las partes sólidas de la fruta, como la cáscara y la semilla.

Investigadores de la Universidad de Cádiz afirman que utilizar estas prácticas vinícolas podría maximizar el aprovechamiento de las condiciones creadas por el cambio climático.

Cómo el clima afecta las zonas vinícolas del mundo

Hay dos zonas planetarias donde el clima es idóneo para el cultivo de la vid: la franja entre los paralelos 30° y 50° del hemisferio norte y la ubicada entre los 30° y 40° del hemisferio sur. Entre los países ubicados en estas áreas se encuentran México, España, Francia, Chile y Argentina. Según datos del Instituto Nacional para la Investigación Agronómica de Francia, las franjas vitivinícolas del mundo corren el riesgo de volverse “demasiado cálidas” para el año 2100.

Además del aumento de temperatura, la industria vinícola global se enfrenta al problema de la sequía. Históricamente, los países mediterráneos han cultivado sus viñedos sólo con el agua de las lluvias,  sin aportes adicionales de agua. La reducción en las precipitaciones ocasionadas por el cambio climático han obligado a los productores a transicionar a técnicas de regadío para asegurar sus cosechas.

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